Matilda by Roald Dahl

Matilda by Roald Dahl

autor:Roald Dahl [Dahl, Roald]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Fantástico, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 1988-01-01T05:00:00+00:00


—Es bastante, gracias —murmuró el chico.

—He dicho que tomes otro —ordenó la Trunchbull, con tono totalmente brusco ahora—. ¡Cómete otro trozo! ¡Haz lo que te digo!

—No me apetece otro trozo —se quejó el chico.

De pronto, explotó la Trunchbull:

—¡Come! —gritó, golpeándose el muslo con la fusta—. ¡Si te digo que comas, come! ¡Querías tarta! ¡Robaste tarta! ¡Ahora ya tienes tarta! ¡Y lo que es más, te la vas a comer! ¡No vas a abandonar este estrado y nadie se va a marchar de este salón hasta que te hayas comido toda la tarta que tienes delante de ti! ¿He hablado claro, Bogtrotter? ¿Entiendes lo que quiero decir?

El chico miró a la Trunchbull. Luego bajó la vista a la enorme tarta.

—¡Come! ¡Come! ¡Come! —gritó la Trunchbull.

El chico cortó muy lentamente otro trozo de tarta y comenzó a comérselo.

Matilda estaba fascinada.

—¿Crees que lo hará? —preguntó en voz baja a Lavender.

—No —le respondió Lavender—. Es imposible. Estará enfermo antes de llegar a la mitad.

El chico seguía en lo suyo. Cuando hubo terminado el segundo trozo, miró dubitativo a la Trunchbull.

—¡Come! —gritó ella—. ¡Los ladronzuelos glotones a los que les gusta comer tarta deben tener tarta! ¡Come más rápido, muchacho! ¡Come más rápido! ¡No queremos estar aquí todo el día! ¡Y no pares como estás haciendo ahora! ¡La primera vez que te pares antes de terminarla, irás derecho a La ratonera, cerraré la puerta y tiraré la llave a la alcantarilla!

El chico cortó un tercer trozo y comenzó a comérselo. Terminó éste antes que los otros dos y, al acabar, cogió inmediatamente el cuchillo y cortó otro trozo. De forma extraña, parecía ir cogiendo el ritmo.

Matilda, que observaba atentamente la escena, no apreció aún signos de angustia en el chico. Si acaso, parecía ir adquiriendo confianza mientras proseguía.

—Lo está haciendo bien —murmuró Matilda.

—Pronto estará enfermo —susurró a su vez Lavender—. Va a ser horrible.

Cuando se hubo comido la mitad de la enorme tarta, Bruce Bogtrotter se detuvo un par de segundos e hizo varias inspiraciones profundas. La Trunchbull permanecía en pie, con las manos en las caderas, mirándole airadamente.

—¡Sigue! —gritó—. ¡Acábatela!



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